¿Como aguantara la fría noche?
¿como toleran los dioses este horror?
Es lo humano pensar cuando lo ves acurrucado, con el viento hendiendo su músculo vivo, masa temblorosa y gimiente que recuerda a un hombre excepto por la falta de piel.
Lo normal es acogerle y contarle los planetas que has conocido, esperando quizás que asuma el peso de un pellejo hecho de palabras de muertos y jirones de eternidad (aquella que reside tan solo en el paisaje privado).
Enseñas la forja de un rostro como el tuyo, templado durante largos años y el asentirá siempre como si supiera de lo que hablas, te preguntara cosas, te sentirás menos solo.
Pero envías a los poetas y no vuelven, arrojas la idea y cae al suelo, gritas a una boca solo capaz de tragar y tu voz vuelve como el automatismo de la agonía.
Algún día al despertar, ves al sin piel sonriendo frente a ti con tu boca, que flota sobre despojos de sangre. Agita una forma blanda, vagamente parecida a ti, un traje de otra talla sobre un bailarín de carne que zarandea las cimas de tu espíritu como estandarte ajado del hueco perpetuo. -¡Soy como tu! -¡amame, hermano!. Dirá acercando tus casi manos flácidas a los ojos aterrados.
¿Sera eso lo único que le falta? ¿cuanto lleva recogiendo y guardando piel muerta? ¿es la soledad es una enfermedad que solo contagia otro ser humano?, estos y otros oscuros vomita tu cabeza mientras retrocedes atravesando el océano de aullido y esquivando imágenes de miseria.
Corre entonces, ¡corre por todo lo que has amado! ¡salva los restos del ensueño de la voraz bestia!, a tu espalda escuchas el alarido.-¡No eres nada, no te necesito, ahora yo soy el rey! no te gires piadoso, corre hasta ahogar la voz del monstruo en la distancia, no todas las peleas se ganan a golpes. Que otro errante se compadezca ignorante al escuchar el infantil plañido sobrevolar la tundra.
En algún momento llegaras a un claro donde la luna este varada, siéntate hasta que el sudor se enfrié y recuerdes el invierno, hasta que el silencio esculpa la soledad en el aire que respiras. Es inevitable pensar que con el sin piel, la helada enmudecería.
Pero espera, un resplandor tenue llega hasta tu rostro, alrededor de la hoguera están todos, hasta los que habías olvidado y los devorados, sonríen como si no estuvieran muertos, te sientas brindando hasta el día, naciendo historias entre tragos, viendo la nieve caer en tus escamas y después desaparecer.
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