¿No?

¿Ha visto las estrellas afilarse en el canto del espacio?.
Llover como dagas argenteas tensadas en el arco del horizonte
clavarse a lo largo de la tierra seca entre nubes de polvo y trozos de asfalto.
¿No?
Las flechas del dios que caza y el bramido del silencio desde su cuerno
astillando el oído de la cordura.
¿No? 
Yo tampoco, pero a veces he dormido en el océano
y mirando las quietas profundidades
delgados peces ascendían
dejando blancas estelas
en el destello nocturno, sembraban ondas bocas
del abismo,
a lo lejos flotaban entre las algas del oscuro
rostros irreconocibles a la luz lunar,
entonces me acordaba de las saetas que nunca he visto.

Tan solo quería preguntarle si lo había visto usted
o si dormido se había ahogado en el celeste,
y ahora es incapaz de recordarlo.