martes, 12 de febrero de 2013

Temporal

Les enviamos y no regresaron
la campana del vigía dormía en la brisa de la costa
se soño la sangre vomitada por la ola
nadie hablaba de ello las mujeres sembraban el trigo mirando
un cielo claro, péndulo del miedo
callaban y casi, sonreían a las demás
los hombres sumían el callo de sus manos en redes y escamas
afinando el oído en el horizonte
ceñudos hablaban de tormentas e hijos,
su silencio sobrio ocultaba una noche nueva.

Zarparon y las proas se perdieron en los días,
aun no habían nacido bastantes valientes para la búsqueda
o la respuesta al escalofrio del mar y si nadie siembra
florece el campo de lapidas.
nadie detuvo el mal, sobrevivieron y no
supieron como sentirse.

Si alguna vez haces un alto en el camino y descansas allí
no escucharas historias de tiranos ni de hombres sin miedo
te miran como un paisaje de niebla y siguen arando el enmudecimiento
como títeres del hambre giran en las horas repetidas de la siembra
en la noche todos duermen o beben,
recorre las calles un aura siniestra
un gemido del ensueño como si
todo pudiera suceder
un grito en la noche no seria escuchado y las bestias
nunca vistas pero temidas bajo la luna
esperan mas alla de la luz desteñida de la ventana
en el parpadeo del pecho en pánico
un susurro agita la carne.

La campana de la iglesia no dara ya la alarma
nadie sabe por que
no se defenderían de la muerte o
prefieren la mirada limpia de la victima
a ser un héroe que zarpa
y no regresa.

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